La fábula del horno y las magdalenas

 

La fábula de las magdalenas, porque hoy os voy a contar una fábula, sobre magdalenas una historia magdalenil

A todos o la mayoría nos gusta hacer magdalenas, coges los ingredientes, la harina, el azúcar, la leche, la levadura y todo lo que se tenga que poner, lo mezclas con ganas y consigues una pasta, que luego metes en el horno.

Pero esto que parece tan fácil, puede tener problemas, porque la primera vez que las haces, se te estropean, y te  dicen, no sufras, es normal, le pasa a mucha mas gente de lo que te crees, no te preocupes.

Y pese a la decepción, piensas, bueno, la próxima vez, saldrán bien, así que a la siguiente, lo vuelves a probar, y si no te salen de nuevo bien, ya empiezas a angustiarte, empiezas a pensar, algo no va bien, alguna cosa falla.

Y entonces empiezas a revisarlo todo, miras los ingredientes, miras el horno, empiezas a hacer pruebas y más pruebas, y empiezas a agobiarte, a agobiarte en grado extremo, porque no sabes porque a todos les salen las putas magdalenas de coña, y las tuyas simplemente se estropean.

Es entonces cuando decides pedir ayuda a profesionales, haces un cursillo de cómo hacer magdalenas, usas las técnicas mas novedosas, te informas por Internet, vas a donde haga falta, y te compras lo mejor de lo mejor para conseguir esas magdalenas estupendas, pero…aunque

consigues parte de ese objetivo, te encuentras con que siguen sin llegar a salir de tu horno en condiciones, es mas no salen de tu horno.

Es entonces cuando empiezas a buscar más alternativas, es entonces cuando piensas, y decides buscar un horno nuevo, pero tú no puedes cambiar el horno de casa, así que decides coger, y buscar alguien que te deje su horno.

Porque tu, sabes que tus ingredientes son perfectos, lo has comprobado, te han dicho que tus ingredientes son de 9 sobre 10, así que haces tu masa en casa, o te la hacen en un obrador especial, mezclan los ingredientes, les dan forma, y entonces los congelas, y te los llevas a ese horno de alquiler, a ese otro horno.

Una vez en el otro horno, pones tus ingredientes, y estas pendiente de que suba la masa, que quede bien hecha, que quede perfecta, porque tras muchas decepciones, quieres, deseas, que se acabe tu trauma con las magdalenas, esperas que esta vez si, pones todas tus esperanzas ahí, pero claro, no todo es fácil, porque ese horno, no lo conoces, y te puede generar dudas, pero igualmente lo intentas.

Es entonces, cuando te das cuenta, que esas magdalenas, en ese otro horno, van poco a poco, haciéndose, poco a poco, creciendo, incluso te desplazas para ver como crecen, para ver como evolucionan, y al final….te salen unas magdalenas para quitar el hipo, y las disfrutas, porque son las mejores magdalenas del mundo.

Como os he dicho, esto es una fábula, una fábula, sobre algo muy real, sobre algo, que por desgracia, cada día pasa mas, y que por experiencia se que es mas que traumático, porque esta fábula no va de magdalenas, esta fábula, habla de la infertilidad, de la dificultad para poder tener un hijo, eso que para la mayoría es tan simple, tan sencillo y tan entretenido como tener una noche de pasión, para otros se convierte en un autentico infierno.

Porque no os voy a engañar, todos los procesos de infertilidad, son infiernos, cada uno con sus matices, cada uno con sus pegas, desde la pareja que simplemente no consigue quedarse porque sus ingredientes no son suficientemente buenos, a la pareja que si consigue quedarse pero los pierde por el camino.

Y todo, repito todo, es no duro, sino durísimo, son noches mirando al techo, son noches llorando y pensando….y porque me ha tocado a mi, y es presión, una presión extrema, que te aplasta el alma, que te la retuerce, y con la que cuesta convivir, una presión que hace, que solo veas mujeres embarazadas por la calle, una presión que te afecta en tu vida diaria, es sin duda un stress completamente brutal.

Mar y yo, por desgracia, hemos sufrido la fábula, en nuestro caso, tenemos unos ingredientes de altísima calidad (no lo digo yo, lo dijo el ginecólogo que nos trato) pero nos fallaba el horno, es por eso, que busque una solución a mi caso, y la encontré, a 8500 Km. de mi casa, en Canadá, donde la subrogación de un útero es legal, allí encontramos nuestro horno, y allí, con los mejores ingredientes del mundo, hicimos la mas perfecta de las magdalenas, una magdalena, que tiene ahora 4 años, que se llama Carla y que no para quieta, y que es el mas dulce y mas precioso de todos nuestros postres.

El 28 de junio, día que me case, día que llegue por primera vez a Toronto y día que marca nuestras vidas, porque como dije en mi muro de Facebook, Mar y yo, juntos, superamos todo, por difícil y complicado que sea, porque para nosotros dos, juntos, la palabra imposible, simplemente NO EXISTE, porque lo único cierto, es que siempre hay un camino, podrá ser mas largo, mas corto…pero si no te rindes, al final….llegas a tu meta.

Muchos ánimos, a todos los que o han pasado por un proceso de infertilidad, o están en uno, lo único que os digo, el único consejo que tanto Mar como yo os vamos a dar es este…seguid, no paréis, no dejéis que nada ni nada os aparte de vuestro objetivo, os caeréis por el camino, no una, la ostia de veces, y llorareis, pero…seguid, os levantáis, os apoyáis, y seguís, porque al final conseguiréis vuestra propia magdalena.