Veraneo desde hace 15 años en Las Negras, un pequeño pueblo que está en medio del Cabo de Gata que es lo mismo que decir que está en medio del más absoluto de los paraísos.
Es un lugar maravilloso, agreste y que conserva todo su esplendor natural, y la verdad me encantaría estar allí ahora mismo.
Me encantaría no porque allí disfrute de los fondos marinos haciendo submarinismo, ni porque me pueda ir a bañar al playazo de Rodalquilar, me gustaría estar allí para poner mi granito de arena en la búsqueda de Gabriel.
Las Hortichuelas, Las Negras están a nada y menos y seguramente durante estos años habré visto jugar por allí a Gabriel, habré visto a sus padres pasear por el pueblo, tomarse una cerveza en algún lado o comer en alguno de los múltiples bares y restaurantes del pueblo.
La verdad me duele la desaparición de Gabriel porque estoy en la distancia y me siento impotente, lo mismo que me ocurrió con los atentados de Barcelona, que me pillaron en Las Negras y me sentí impotente de no poder hacer nada.
Espero, deseo y si fuera católico rezaría porque Gabriel aparezca pronto, y ojalá aparezca con vida, que todo haya sido una chiquillada, una broma de mal gusto y que el niño aparezca.
Ojalá estuviera allí para poder aportar mi pequeño y minúsculo granito de arena, y desde 850 km al norte, en Barcelona sigo las noticias de lo que ocurre con nervios y preocupación.
A los que estáis allí, por favor, no dejéis de buscar, moved cada piedra, mirad cada cueva, cada hueco, cada espacio donde pudiera estar y no os rindáis.
Desde 850 km al norte, desde Barcelona, os mando animo y fuerza, y ojalá estuviera allí para apuntarme a cualquiera de las batidas que se hacen buscando al “pececito”
Te queremos en casa Gabriel, te queremos en casa pececito.
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